Señor, señora, señorita, en esta ocasión le vengo manejando lo que es la octava regla de vida que no debe faltar en su botiquín. Nunca, nunca, pero nunca mezcle desamor, tequila, cerveza, vino tinto y tacos al pastor.
Es mentira que el alcohol nos hace olvidar el desamor, por el contrario lo agudiza; y si encima tenemos el celular cerca... no quiero ni decirles que fea es la imagen del típico borracho marcándo y colgando a las 4:00 de la mañana a quien lo ha mandado al carajo.
Al final, nadie va a regresar con usted o decidir que siempre si lo amaba, solo porque se puso una tremenda guarapeta... o por verle dormir en el baño tirado.
De nada.
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